El papel de la genética y la alimentación
Una investigación sobre la nutrición de las doradas demuestra que la genética y la alimentación de los padres modulan el metabolismo y el crecimiento de sus hijos. Presentada el pasado mes de febrero a través de OpenULPGC, es fruto de la tesis universitaria Programación nutricional de la dorada (sparus aurata) a través de la dieta de los reproductores para una mejor utilización de dietas bajas en harinas y aceites de pescado en la descendencia, del estudiante chino Hanlin Xu, bajo la dirección de la directora del Instituto Universitario de Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-ECOAQUA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Marisol Izquierdo, y por Juan Manuel Afonso, responsable del Grupo de Investigación en Acuicultura del citado instituto universitario.
Como resultado de esta tesis, incluida en el proyecto PerformFish del Grupo de Investigación en Acuicultura del IU-ECOAQUA, el investigador chino ha conseguido producir información genética y epigenética del proceso de transmisión de esa información a los hijos de las doradas. Sus resultados revelan que la genética y la alimentación de los padres de este pez tienen una influencia clave en el metabolismo, la forma de alimentarse y en el crecimiento de sus descendientes directos. Un hallazgo que puede ayudar a comprender cómo se originan y funcionan estos mecanismos en otras especies animales e, incluso, en el ser humano.
Este trabajo, por tanto, viene a demostrar el enorme efecto que tiene la forma de alimentarse de los peces reproductores sobre el desarrollo de sus congéneres sucesores no solo en su nacimiento sino a lo largo de toda su vida, una circunstancia que en biología es conocida como programación nutricional, un proceso que también ha contado con estudios en los seres humanos. Según la directora de esta tesis, en las personas la programación nutricional se “empezó a conocer a finales de los 70 a través de una investigación sobre la hambruna holandesa acontecida en el invierno entre 1944 y 1945 en los que las tropas alemanas, en plena Segunda Guerra Mundial, ejercieron un control muy importante en las fronteras que se tradujo en la población en una drástica disminución de la ingesta calórica en unas 580 calorías al día, cuando un ser humano, dependiendo de su condición, necesita entre 2.200 y 2.900 calorías diarias”. Esta hambruna tuvo un efecto profundo en las mujeres embarazadas entre el tercer y el sexto mes de gestación de su retoño, una circunstancia que provocó que los hijos de estas madres que pasaron mucha hambre “adaptaran su metabolismo a través de la programación nutricional a la escasez de alimentos”.
A través de los estudios de la hambruna holandesa, se demostró que, ante esa transmisión genética por programación nutricional, los descendientes de aquellas madres que pasaron hambre utilizaran de forma más eficaz y rentable los alimentos que consumían. “Aquellos hijos e hijas -asegura Izquierdo-, sin embargo, empezaron a desarrollar 30 años después de aquellos hechos el síndrome metabólico que generó trastornos metabólicos como obesidad, perfiles lipídicos alterados y otros relacionados con la incidencia de enfermedades cardiovasculares, etc. A partir de ese momento, empezó a descubrirse como la alimentación de las personas, de las madres en este caso, pero quizá también de los padres como se ha visto en peces, puede afectar al metabolismo de los hijos ya que el mismo estaba adaptado a la hambruna pero no a épocas de excesiva alimentación, como pasó en los años 80”.
“Nosotros usamos los peces como un modelo que nos permite obtener información básica de cómo a nivel genético o a nivel metabólico se producen estos cambios y qué mecanismos actúan en ellos. Es una información muy importante que luego se verá cómo se aplica para comprender los procesos que suceden en los seres humanos. De hecho, algunos grupos de investigación son conjuntos y están formados por nutricionistas humanos en colaboración con grupos de nutrición de peces en distintos países”, concluye Izquierdo.
Los estudios de Xu, ingeniero en biotecnología, han demostrado además que la selección de los reproductores con una alta expresión de un gen clave, el fads2, propicia una progenie con mayor capacidad de crecimiento.
Esta investigación, además de entender de forma más óptima los mecanismos epigenéticos asociados a la programación nutricional en las personas, arroja resultados de gran relevancia en la producción de peces en acuicultura, aportando conocimientos para la alimentación y la selección de los peces de granja y contribuyendo a generar peces con un mayor contenido de omega-3, importantes para la salud humana.
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